viernes, 5 de septiembre de 2014

Balram Halwai, alias Munna...



Verá. El primer día de colegio, el maestro ponía a todos los chicos en fila y los hacía pasar por su escritorio para anotar los nombres en su registro. Cuando le dije el mío, me miró boquiabierto:
-¿Munna? Eso no es un nombre.
Tenía razón: sólo significa "chico".
-Es el único que tengo, señor -dije.
Era cierto. Nunca me habían puesto nombre.
-¿Tu madre no te puso ninguno?
-Está muy enferma, señor. Se pasa el día en la cama escupiendo sangre. No ha tenido tiempo.
-¿Y tu padre?
-Es conductor de rickshaw, señor. No tiene tiempo para ponerme un nombre.
-¿Y no tienes abuela, o tías..., o tíos?
-Tampoco tienen tiempo.
El maestro se volvió y escupió: un chorro de paan rojo fue a salpicar el suelo de la clase. Se relamió los labios.
-Bueno, entonces he de decidirlo yo, ¿no?- Se pasó la mano por el pelo y dijo-: Te llamaremos...Ram. No, espera..., ¿no hay otro Ram en esta clase? No quiero confusiones. Mejor Balram. Sabes quién era Balram, ¿no?
-No, señor.
-Era el compinche del dios Krishna. ¿Sabes cuál es mi nombre?
-No, señor.
-Krishna.
Cuando llegué aquel día a casa, le dije a mi padre que el maestro me había puesto un nombre nuevo. Él se encogió de hombros.