viernes, 11 de febrero de 2011

Sin acritud, amigo calçot


El folklore siempre me ha gustado. No sé si es una herencia irónica de la vida ligada a mi segundo apellido. Quizás sí. El caso es que las tradiciones, incluso las más absurdas, me van. Me va, me va, me va, me va, me va. Me van las gaitas, las sevillanas, me va el champán. Exagero, por supuesto, porque hay mucha cosa folky que no me gusta y otras me ponen de los nervios.


Durante estas semanas, diría que hasta Marzo, es tradición en Cataluña irse por ahí a comer unos calçots. Me encanta el plan, pero los calçots...pues no, aunque el de la foto sea mono. Que le vamos a hacer. Es que no me gustan. No me gustan en gran cantidad, vaya. Que uno o dos, pues me puedo comer, por qué no. Pero veeeeeenga a ponerse fina de calçots..., no mucho. Más que nada, es que no lo termino de comprender del todo. Lo respeto con todo mi alma, pero no lo comprendo. 


Puede ser que algunos no sepáis a estas alturas qué son los calçots. Pues mira, son cebollas. Tiernas, asaditas y tal, pero son cebollas. No quiero herir sentimientos. Tampoco quiero ganarme enemigos, ¡pero son cebollas, joder! Las asan en unas brasas y las sirven sobre unas tejas. ¿O es que las asan sobre las tejas? No lo sé. El caso es que te las traen. Quitas la primera capa con las manos, te manchas bien de carbón, las mojas en una salsa, riquísima, y te las comes. La salsa, romesco, es para morirse. Yo me suelo inflar untando pan. Luego también te pones tifo de butifarrita, choricito, costillitas, patatas...mongetes (alubias). No, de mongetes no me pongo nada tifa porque tampoco me gustan. ¡Qué se le va a hacer, lo siento!


Eso sí, vuelvo a decir que el plan mola mucho. Es una tradición de las que me molan, paradójicamente. Me encanta. Es más, si vinierais los de fuera en temporada, organizaría una Calçotada. Sales un poco de la ciudad, suele hacer sol, te juntas con un montón de amigos, te tomas unos vinos, juegas con los niños que van viniendo... Está guay. Además, como gracia adicional, te pones unos baberos enormes que a mi me hacen mucha risa y siempre hay fotos y bromas al respecto. También porque como te los tienes que comer en plan la señora del anuncio de los espárragos La Carretilla, tracatrá, pero en versión XL...pues, eso..., es divertido-pervertido.


¡Mañana tenemos una Calçotada! Espero no quedarme solita, en una esquina, por lista y por anti-calçotera...que de estómago, no, pero de corazón, si.



3 comentarios:

  1. Ay, ay ay, Los calçots son una joya, dales otra oportunidad. El truco está en que son mucho más tiernos y dulces que una cebolla y entiendo que no te emocionen pero les has de dar otra oportunidad, la cosa está en que los cojas largos y finitos mejor que los gordetes, les quitas el preservativo y los untas en salsa, si....se meten entre los dientes pero cada vez les vas notando más su qué.... dale otra oportunidad!!!!

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  2. Bueno, les daré otra oportunidad... Espero que hoy, cuando nos veamos, elijas uno largo y finito para mi! Amigo anónimo...

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  3. ... y cómo fue al final la calçotada, se dejaron comer???

    besos desde madrid

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