jueves, 3 de marzo de 2011

I am a woman of Irland too

Malahide

Cuando estoy contenta o nerviosa o contenta y nerviosa, suelo cantar mentalmente y verbalmente una y otra vez la misma canción hasta que me pongo de los nervios o el que está a mi lado, cortésmente, se pone de los nervios por mi. Semanas antes de irme a Irlanda, estuve daledondale con una canción que se llama Women of Irland. Es una canción folky que me pone los pelos y los pezones de punta, sin intención ser una ordinaria, pero es la pura verdad. Es preciosa, un poco triste, pero es preciosa. Me emociona siempre que la escucho. Pero como soy una payasa, la canto haciendo el teatrillo y la broma, que para eso estamos. Y que, cojones, Sinéad O'Connor solo hay una.


No sé qué me ha pasado pero mis ancestros me están hablando claramente al oído para que no olvide de dónde vengo. En realidad, mis abuelos eran extremeños, manchegos, andaluces y madrileños. Uno de cada. Pero estoy segura de que alguien en mi pasado era Irlandés. Y yo mantengo ese gen vivo. Lo sé. El Pesqueira lo tiene claro, obvio, pero yo no lo sabía de mi misma y resulta que llevo sangre celta por las venas.


Dublin no es que mole. Es que es taaaaan guay que no sé ni cómo contarlo. Qué gente tan amable, tan cariñosa, tan sonriente. No me extraña, con esos desayunos que se pegan, cualquiera es feliz, si dices NO a las salchichas. También tienen la mayor oferta (y demanda) de apichusques chocolateras que ni la Fábrica del Wonka...cosa que también hace que uno esté contento. Al final, como soy una indecisa, sólo probé uno. Miento, probé dos. Es un gustazo ir por la calle y escuchar música. 
Es un gustazo meterte en un pub y encontrar a unos viejitos toós preparáos para el Torneo 6 Naciones de Rugby, con todos sus toppings puestos por el cuerpo. Es un gustazo Dublin, qué verde es todo. Además, como son muy apañaos, y lo tienen bien pensado para hacer más llevadera la vida con esas peacho resacas que se marcan, coger el tren y salir al campo es tirao. 


Qué bien Irlanda, qué bien todo. 


Como soy una melancólica, una ñoñaza y, cuando toca, una hormonada, acabé llorando un poco a la vuelta en el bus hacia el aeropuerto. Las despedidas me dan mucha pena. Qué peliculera. Pero es que, en serio, ha sido un viaje muy guay, muy guay, muy guay. También es verdad que ir con mi compañero, mi amor (¡parezco Bardem en Cannes!) ha hecho que sea perfecto. Ya iba con el trébol de la suerte de la mano.


*Un dato chicos: para los que os apetezca el tema, sabed que la gran inmensa mayoría de las chicas irlandesas son descendientes directas de Molly Melones.


Os dejo a la O'Connor. Escuchadla con cariño y con los kleenex cerca. Ay...







No hay comentarios:

Publicar un comentario